lunes, 8 de diciembre de 2014

Retos.

He podido observar en la red diferentes propuestas referente a lo que uno suele hacer o captar con su cámara, propuestas de retos que te hacen salir de tu campo habitual fotográfico o de tu visión personal. Bien, yo he decidido tomar el mismo riesgo y retarme a mi mismo de la misma forma que éllos, de echo, queria despedir el año con algo diferente. Nunca hice fotografías en blanco y negro, hasta el momento, tampoco encontraba en éllas algun motivo o sustancia que me empujaran a realizar dicha azaña, hasta que llegó un día, en que me levante con una idea totalmente diferente, renovada. Un klik se pulsó en alguna parte de mi que me impulsó de forma instantanea a realizar dichas imagenes, despertando asi de un largo letargo de mi visión monocromática.


Bienvenidos a mi mundo.


Otra que me atrapó doblemente desde el principio, una, la imagen y otra, el inmenso bosque cubierto de niebla y su silencioso respirar. Dan ganas de perderse en él.


En el mismo caminar me fascinó de nuevo como otras tantas veces el mundo invisible, poniendo a prueba la nueva adquisición, el objetivo canon 70-200mm f4 usm y lo raro que es encontar en la red imágenes realizadas con él. Las primeras once imagenes fueron realizadas con dicho objetivo por si alguno tiene interes en él, es una maravilla.


A pesar de la estación invernal pero aún de escasa nieve, podemos encontrar resultados como este, el brotar de diminutas flores entre las ojas caidas que cubren todo el infinito suelo del bosque.


Este hallazgo en la penumbra del frondoso bosque me llenó de curiosidad. El musgo salpica cada piedra, cubre las enormes raices que sobre salen de la tirrra y trepan por los arboles cubriendo alguno por completo, mientras en la superficie, las gotas penden de cualquier sitio que soporten su peso.


Una invitación al mundo real.


Esta imagen me recuerda a una ventana mirando al exterior, estas ventanas nos rodean por todas partes, quizás, por esto, decidí poner un marco en élla, cosa que normalmente no hago, para mostrar  lo afortunados que somos de disfrsfrutar de este pequeño globo.


La singular belleza.


Tapiz de musgo.


Mi gran favorita. Un mundo de hadas, como el resto.

  
El después... La temporada se está horneando, aunque la frialdad del exterior nos haga creer todo lo contrario, el color todavía permanece irrompible a pesar del invierno. La escasez de luz también me anima a pensar e imaginar en un nuevo cambiar de formas en las estiradisimas tardes oscuras, de ahí que voy haciendo mi equipaje llenándola de ilusiones...Me ha crecido la sonrisa y lo se aun no teniendo un espejo en casa, la veo al caminar en las aceras cuando me encuentro con la gente de frente y de la misma forma me la devuelven, la veo en la niebla de la mañana y en el cantar de los pajaros, la veo al despertar y en las gotas que al medido día se desprenden desde los tejados. Ahora todo vuelve a tener su sentido, puedo pararme a observar los farolillos que alumbran los caminos bajo los arboles y reflexionar sin que me importe cualquir otra cosa que el mojado musgo.


 El antes.

Un poco del otoño en su cima más alta en que los colores explotan allá donde alcanza la visión, como si de un enorme fuego artificial diurno se adueñara de todos los prados y montañas.

Unas semanas antes en algun lugar de Kandertal, encantador entorno y a su vez gigante lugar para los bloques y los aún muchos que quedan por limpiar.

Abajo, el Aare.


Lidia en las dos imagens, Kandertal.